Biodanza, inicialmente llamada Psicodanza, es un sistema de desarrollo de potencial humano creado por Rolando Toro Araneda, chileno, nacido en el año 1924 y fallecido en el año 2010. La vida de Rolando es la de una persona inquieta y culta, dedicado a la docencia y la psicología. También en la segunda mitad del siglo XX investigó, dentro del contexto de los laboratorios universitarios de antropología médica, expansión de la conciencia y en la toma de sustancias, como el LSD y otras drogas.
Es en estos años cuando experimentó con pacientes de psiquiátricos el uso de distintos tipos de música, ya calmada, ya más rítmica (salsa y ritmos tropicales) o usando el jazz. Observó que según la música aplicada éstos respondían de distinta forma. También observó que la música gustó al personal administrativo y médico y que producía diferentes estados eufóricos y de respuesta, lo que le llevó a aplicarlo a todo tipo de personas, enfermas y sanas.
¿Qué es la Biodanza?
Dice Rolando Toro: «Biodanza es un sistema de integración humana (afectivo motora o ̏con uno mismo˝, con los semejantes y con el Universo), renovación orgánica, reeducación afectiva y reaprendizaje de las funciones originarias de la vida. Su metodología consiste en inducir vivencias integradoras por medio de la música, el canto, el movimiento y situaciones de encuentro en grupo.» Su desarrollo tiene más de 50 años de trabajo con fundamentos antropológicos, psicológicos y neurobiológicos.
Biodanza busca mejorar las potencialidades del ser humano, tomar contacto con nuestro cuerpo, liberar tensiones, estrés, dolores, acabar con compulsiones, aumentar el sentido lúdico, el goce y el disfrute, vivir el aquí y el ahora, fomentar la expresión y la comunicación, encontrarse consigo mismo y los demás. Es un conjunto de técnicas y ejercicios lúdicos para fomentar lo espontáneo y lo instintivo.
Para explicar este sistema podríamos comentar que cuenta con una serie de ejercicios organizados que aluden al poder musical para favorecer la salud, invocar las fuerzas de la naturaleza, despertar el amor o el deseo, armonizar las comunidades, etc. Para lograrlo se despierta la “musicalidad interior perdida” y se promueve la restitución de su vitalidad animal natural. Estos ejercicios no son propiamente danzas, ni teatro, ni pantomima en el sentido tradicional. Se trata ejercicios que buscan deflagrar vivencias de instante presente intensamente vivido. Son formas libres de expresión corporal con música y sonidos dentro de pautas coreográficas permitiendo gran creatividad, sinceridad y fuerza vital de los participantes. Estas experiencias tienen una cualidad ontológica, es decir su impacto llega a todo el ser.
Las sesiones cuentan con diferentes momentos organizados en una curva de activación y reposo, entre estos dos puntos se establece un trance o tránsito de un estado de percepción a otro. Esto es algo natural y orgánico, como el trance que significa el paso de la vigilia al sueño. Así, durante el estado de regresión inducido por la sesión, quien participa evoca las ceremonias de los pueblos primitivos, restituyendo la dimensión natural de participación como parte de una comunidad, un mundo, un cosmos. Para acceder al misterio de la gran realidad, el pensamiento racional no nos sirve. La función del trance es pues, permitir otro estado de percepción, donde la corteza cerebral y sus funciones cognitivas bajan su participación. “Lo real puede revelarse en su dimensión real total”.
Para su creador la Biodanza busca conectar con el cosmos, con la fuerza que llevamos dentro, unirnos más allá del individuo con toda la especie, con toda la Naturaleza, y vernos como parte de algo mayor, el propio cosmos, la Naturaleza; y por la Biodanza, y por sus ejercicios inducir a trances y regresiones integradoras, activando las condiciones de la primera infancia. De esta forma Biodanza favorece, el rejuvenecimiento celular o curación de patologías celulares. Actualmente se están desarrollando investigaciones clínicas en universidades de Alemania y USA para precisar estos resultados.
La Biodanza: un camino de transculturación al cuidado de la vida
El instinto o función originaria de la vida es el elemento básico a rescatar por Biodanza, un instinto animal, natural, tribal, de unidad con la Naturaleza. Estas funciones son hereditarias e innatas, y tienen en su conjunto como objetivo la preservación de la vida.
Rolando Toro nos propone el “Inconsciente Vital˝ como propuesta para referenciar al psiquismo celular. Existe una forma de psiquismo de los órganos, tejidos y células que obedece a un ̏sentido˝ global de autoconservación. El inconsciente vital da origen a fenómenos de solidaridad celular, creación de tejidos, defensa inmunológica y en suma, al acontecer exitoso del sistema viviente.
Con esta propuesta teórica Rolando Toro, al igual que Sigmund Freud (1856-1939) habló del inconsciente personal y Carl Gustav Jung (1875-1961) del inconsciente colectivo, él trata del Inconsciente Vital, el cual lo abarca todo al modo de una gran energía vital envolvente: «El Inconsciente Vital se nutre de la memoria cósmica y organiza la materia». Biodanza es una metodología que promueve la salud y el acceso a este estrato del inconsciente.
En este rescate instintivo y tribal entendemos el cuerpo entero es un solo genital, sintiente y permeable la energía sexual. La sexualidad es el acto más inocente de todos los que existen. Somos el reflejo y el eco del placer y la gracia divina. Si el placer es señal de exuberancia vital nosotros asumimos esta abundancia de vivir y la danza como su expresión más profunda.
Biodanza es una sesión rica en eco factores positivos para el desarrollo humano; vivencias de encuentro, juegos, humor, risas, juegos eróticos, vínculos con la naturaleza, éxtasis cósmicos, masajes, caricias, abrazos, mirada, regresiones, trances, danzas primitivas. La propuesta del sistema es en un contexto de grupo semanal y regular donde progresivamente se constituye una matriz de desarrollo del potencial humano.

